El Dr. Shelly Ludwig creció en Brooklyn, el sur de Massachusetts, Queens y Long Island y, después de graduarse de Albert Einstein College of Medicine en 1974, estaba listo para nuevos horizontes. “Dado que el pasto siempre parece más verde del otro lado, mi esposa, con quien llevaba casado tres años, y yo nos dirigimos a la Costa Oeste”, dijo. En el Harbor General Hospital de Torrance, California, completó una pasantía y una residencia en medicina interna, seguidas de un fellowship en gastroenterología en la Universidad de California, Los Ángeles/Wadsworth VA Hospital.
Unos años después, estaba de vuelta en la Costa Este. “Los que habíamos crecido en el Este, teníamos una familia unida, amigos, vecinos”, dijo. “Para mí, Los Ángeles era un crisol de personas que buscaban convertirse en estrellas, una población transitoria. Socialicé con algunos médicos, pero la gente apenas conocía a sus vecinos. No estaba acostumbrado a eso”. Además, en UCLA, un hospital privado, “los médicos a cargo me decían cómo tenía que atender a mis pacientes”, dijo. Se había sentido más cómodo en Harbor General, un hospital del condado, donde estaba a cargo de la atención de sus pacientes.
En 1979, el Dr. Ludwig era profesor en la Facultad de Medicina Robert Wood Johnson de la Universidad de Medicina y Odontología de Nueva Jersey. Para complementar sus ingresos —“el salario era terrible y para ese momento éramos una familia con dos hijos”, dijo—, decidió trabajar en un consultorio privado. Con los años, ascendió hasta convertirse en chief interino de la división de gastroenterología de la facultad de medicina y médico de planta del hospital universitario.
Un humanista en la medicina y en la vida
Durante su carrera, el Dr. Ludwig investigó la enfermedad inflamatoria intestinal, la hepatitis C, el apoyo nutricional/hiperalimentación y la inmunología intestinal, pero su verdadera pasión era el cuidado de los pacientes. “Una de las cosas que me atrajo de la gastroenterología fue que la especialidad no solo incluía procedimientos como endoscopias y colonoscopias, sino todos los aspectos de la atención médica”, dijo. “Me gustaba el desafío de tratar la enfermedad inflamatoria intestinal, especialmente la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn”. Si los pacientes no mejoraban después de la cirugía y se deprimían, el Dr. Ludwig recurría a su título universitario en psicología para ayudarlos.
El Dr. Ludwig se jubiló en abril de 2023. “Recibí tarjetas preciosas de pacientes que decían que no creían poder encontrar otro médico tan atento como yo”, dijo. “La medicina ya no es una interacción entre el médico y el paciente, es una interacción entre el médico y la computadora. Un paciente me dijo: ‘Eres el único médico que realmente habla conmigo’”.
Transmitirlo
El humanismo del Dr. Ludwig ahora está presente en una persona de su familia muy conocida en la comunidad de Einstein: su hija, Allison Ludwig, MD, clase del 2004, profesora asociada de medicina (medicina hospitalaria) y decana asociada de asuntos estudiantiles. “Cuando era más joven, solía llevarla a hacer rondas, y ella lo disfrutaba muchísimo”, dijo. Después de considerar diferentes carreras, “finalmente llegó a la conclusión de que quería atender pacientes como yo”, dijo. Ingresó a Einstein en el otoño de 2000, se graduó con la clase de 2004 y, después de una residencia en medicina interna en la Universidad de California, San Francisco, regresó a Einstein como profesora junior. Como padre de una empleada de Einstein, el Dr. Ludwig Sénior tuvo el placer de ver a su hija ascender de rango hasta llegar a su puesto actual. “Realiza trabajo clínico, hace diagnósticos maravillosos y pasa dos semanas dos veces al año con internos y residentes en el Hospital Jacobi”, dijo. Sus intereses de investigación comprenden el agotamiento y la resiliencia de los estudiantes de medicina, la optimización de su entorno de aprendizaje y la mejora de sus habilidades de comunicación grupal. Su especialidad, la medicina hospitalaria, es lo suficientemente distinta de la de su padre como para generar conversaciones interesantes.
Una conexión que perdura
En la década de los sesenta, “elegí Einstein porque era una institución prestigiosa”, dijo el Dr. Ludwig. “Mi entrevistador era un biólogo con los pies en la tierra que me hizo sentir cómodo. El Bronx era una zona estupenda y, como soy un fanático acérrimo de los Yankees, no tuve dudas sobre a qué facultad de medicina asistir”.
Desde su regreso a la Costa Este, el Dr. Ludwig ha faltado a pocas reuniones. Ha sido mentor voluntario. Y durante décadas, ha contribuido discretamente al Fondo Anual de Einstein. Explica: “Crecí en la pobreza —mi padre era vendedor de pasteles—, y mis padres me presionaron durante años para que me convirtiera en médico. Fui el primer médico de la familia y estaban muy orgullosos de mí. ‘Mi hijo, el doctor’, es la vieja historia”. Ahora, el Dr. Ludwig puede decir “Mi hija, la doctora”. “Dono al Fondo Anual de Einstein en su honor”, dijo. “Como decana asociada de asuntos estudiantiles, ella contribuye enormemente a la educación y el desarrollo de nuestra futura generación de médicos. Dono porque creo que la educación de los estudiantes de medicina es vital para nuestra salud futura y la cohesión comunitaria; mis donaciones pueden ayudar a las generaciones menos afortunadas. Dono porque he tenido la suerte de recibir la sólida educación que recibí en Einstein y me siento honrado de estar en la lista de donantes que ayudan a fortalecer la institución”. Su firme apoyo a Einstein habla de su gratitud.