Cuando Pauline Brenholz llegó a los Estados Unidos desde Polonia en 1965, le dijeron que tendría que empezar la escuela de medicina de nuevo, luego de obtener un título universitario estadounidense.
Pauline Brenholz, MD, ’73
Así pues, Pauline Brenholz obtuvo una licenciatura en química mientras trabajaba en el laboratorio de un hospital. Sin embargo, mientras desde Einstein evaluaban su solicitud, se enfrentó a una ardua batalla.
“Para demostrar mi valía, tomé un curso optativo de neuroquímica para estudiantes de primer año”, dice la Dra. Brenholz. A pesar de su buena evaluación, algunos miembros del comité de admisión no estaban convencidos.
Recuerda su reticencia a “desperdiciar el lugar” al no admitir a un “chico estadounidense”, así que les ofreció empezar en segundo año. Y aceptaron.
La negativa a ceder ante lo que parece inevitable ha sido el leitmotiv de la vida de la Dra. Brenholz y, literalmente, el eje de su carrera. Hija de sobrevivientes del Holocausto, se ha enfrentado a desafíos una y otra vez: el antisemitismo en Polonia, ser una inmigrante en el Medio Oeste de Estados Unidos o ser una mujer en la ciencia y la medicina. A pesar de estos obstáculos, y quizás debido a ellos, se convirtió en la primera médica genetista del país en ejercer en el sector privado: una pionera en un campo que, por definición, desafía la idea de que nuestro destino está escrito en nuestros genes. Desde entonces, ha trabajado en hospitales de renombre y ha asesorado a gobiernos estatales, corporaciones y en casos legales.
“He tenido que luchar durante toda mi vida profesional, pero esto me ha enseñado que si realmente deseas algo y trabajas duro para conseguirlo, hay buenas posibilidades de que lo consigas”, afirma la Dra. Brenholz.
La Dra. Brenholz inicialmente quería ser pediatra. Pero una experiencia en un caso en la UCI pediátrica durante su segundo año de residencia de pediatría en el Montefiore Hospital le abrió los ojos a los efectos y tratamientos de las enfermedades genéticas. “Entonces decidí que eso era lo que quería hacer”, dice.
Tomó la decisión en el momento justo. Los científicos habían introducido recientemente la técnica de bandeo cromosómico, una tinción que permitiría identificar cada cromosoma humano. Tras un fellowship en genética en Albert Einstein College of Medicine, la Dra. Brenholz comenzó a trabajar en la recién creada unidad de genética clínica del Centro Médico del Condado de Westchester. Le encantaba su trabajo, pero se cansó de no tener voz en un entorno dominado por hombres; lo dejó en 1985 para fundar su propia consulta.
La Dra. Brenholz estableció un programa de amniocentesis. Aconsejaba a las parejas que habían recibido resultados anormales, atendía a las mujeres derivadas por especialistas en infertilidad y a las que habían sufrido abortos espontáneos. Atendía a niños con defectos congénitos y, en algunos casos, logró orientar a las familias hacia las pruebas y medidas adecuadas. También aconsejaba a mujeres jóvenes jasídicas que deseaban concebir, pero estaban preocupadas por los efectos que podían tener los psicofármacos que les habían recetado en el feto. A mediados de la década de los noventa, comenzó a realizar pruebas en mujeres con cáncer de mama familiar para detectar los genes BRACA I y II.
Con la variedad de pacientes que había atendido, la Dra. Brenholz pudo comenzar a describirse como “genetista de cabecera”, un rol que posteriormente amplió con las funciones concurrentes de dirigir un laboratorio de citogenética del cáncer en el Hospital St. Joseph en Paterson, Nueva Jersey, y establecer el Centro de Genética y Defectos de Nacimiento en el Hospital Morristown Memorial en Morristown, Nueva Jersey, donde contrató con el estado de Nueva Jersey para evaluar, realizar pruebas y diagnosticar a pacientes que habían sido institucionalizados por discapacidades del desarrollo.
“Pudimos consolar a los padres que sentían que habían actuado mal y, sin saberlo, habían puesto en riesgo a sus hijos. También pudimos determinar si la discapacidad era genética o esporádica y si la condición podía transmitirse de un familiar a otro. Esto permitió a los hermanos de muchas de estas personas saber si podían tener hijos sin correr riesgo y explorar las opciones disponibles”.
En la actualidad, la Dra. Brenholz, quien también es miembro fundadora del Colegio Americano de Genética Médica y Genómica, se desempeña como directora de Citogenética en Integrated Oncology de Labcorp, donde prueba genes asociados con diversos tipos de cáncer y brinda a los médicos diagnósticos de cáncer más específicos y personalizados.
“La gente me pregunta: ‘¿Por qué no te jubilas?’, pero creo que es cierto que si amas lo que haces, no trabajas ni un solo día de tu vida”.
Su aprecio por Einstein es tan profundo como su pasión por el trabajo.
“La facultad de medicina fue la mejor época de mi vida, y la vida se volvió más fácil cuando Einstein me dio una beca”, dice. “Me encantaron todas las asignaturas y todos los profesores. Conocí a mi marido en Einstein; ¡eso es inigualable! [El difunto Charles Pollak, MD, ’67, fue pionero en la investigación y el tratamiento de los trastornos del sueño]. Pero va más allá. No solo me convertí en doctora. Me convertí en una persona diferente, una persona plena. Así que, devuelvo con gusto”.
A lo largo de los años, los Dres. Brenholz y Pollak han apoyado regularmente el Fondo Anual de Einstein, y cuando se lanzó la Sociedad del Decano, en la primavera de 2022, la Dra. Brehnolz fue una de las primeras graduadas en unirse.
“Es maravilloso ver a egresados, como la Dra. Brenholz, celebrar el papel que Einstein desempeñó en sus vidas al apoyar a una nueva generación de estudiantes”, dijo Arianne Andrusco, Directora de Donaciones Anuales.
Además, la Dra. Brenholz estableció recientemente el Fondo de Becas Dra. Pauline Brenholz y Dr. Charles Pollak, que gracias al apoyo de un donante anónimo, tendrá el doble de impacto y brindará ayuda financiera basada en las necesidades a estudiantes de Einstein.